Hasta el 10 de septiembre se presenta la obra de danza contemporánea “Acción de recordar”, pieza de la compañía LA Independiente que llega a Santiago desde la Región del Ñuble y específicamente de Chillán. Esta se presenta desde el 31 de agosto, de miércoles a sábado a las 19:30 horas, en el Centro Cultural GAM, ubicado en plena Alameda, en Metro Universidad Católica.
Asistimos a la función del 2 de septiembre, inicialmente era la presentación del día primero, pero esta fue suspendida, es de suponer que el motivo de la interrupción de temporada fue el cierre de campaña del Apruebo que se realizó a pocas cuadras y a solo una estación del Metro del Centro Cultural. Lamentablemente, el día que acudimos a la presentación, la sala tuvo una asistencia de alrededor de 20 espectadores, cuando la capacidad de esta es de 100 personas.
La obra como premisa trata de los recuerdos, tanto individuales del intérprete de la pieza, que relata sus historias de infancia, como la memoria colectiva que surge en nuestro territorio.
“Acción de recordar” se inicia con una proyección de entrevista a personas con distintas características de sexo y etarias sobre el título, tanto pensamientos positivos como negativos, que se muestran sobre un fondo blanco compuesto de dos paneles móviles que, por un lado, hace de muro y por el otro de repisas, donde se ubican objetos que se utilizan en la obra y van modificando el espacio.
El equipo de trabajo en esta oportunidad está compuesto por: su directora, Rocío Ramírez; la música de Rodrigo Huepe; el diseño escénico de Loreto Urrutia y en el área visual, Daniel Mora, además todos ellos hacen de creadores y performes de la obra, porque son responsables de ir adecuando y transformando este espacio a los requerimientos de la pieza, pero además ejecutan la obra en algunos cuadros. Y como centro de la puesta, el bailarín, Raúl Lagos.
El montaje tiene una duración aproximada de 60 minutos, muy bien aprovechados, lo que da como resultado una obra inteligente y entretenida, debido a que tiene un correcto trabajo coreográfico e interpretativo, emplea muy bien el espacio escénico y buen manejo de las proyecciones e iluminación tanto fijas como móviles, llenado todos los rincones de la sala dando atmosferas distintas.
El vestuario de tonos blancos y arenas logra ser neutro y un buen soporte para las proyecciones que manchan sus cuerpos, dando interesantes resultados. La música, por su parte, da clima y suena sugestiva.
Algo curioso ocurre en un pasaje de la obra y no puedo, no hacer mención del hecho, y es la utilización de un proyector de transparencias, digo curioso, ya que la obra “Circadiano” que se presentó días antes y hasta el 27 de agosto, también se utilizó el mismo elemento y con trabajos similares. Colocando una fuente de vidrio transparente de las mismas dimensiones, sobre este retroproyector, vertiendo agua y agregando elementos que fueron reflejados sobre el muro y dándoles movimiento, en la primera era tinta azul y en esta última, cubos transparentes y un Rubik de pequeñas dimensiones.
En resumen: El resultado final es seductor, momentos interesantes de apreciar, como lo atractivo que se torna la escena donde el intérprete sobre un plástico dispuesto en el suelo va arrojando tierra para luego formar la imagen de nuestro territorio y en el mismo momento, en tiempo real se va proyectando sobre uno de los muros, logrando ver la imagen desde arriba. Lo mismo ocurre, cuando hacen remembranzas a bailes populares de los 90, como la macarena del dúo musical español Los del Río o los bailes de los grupos brasileños de Axe o proyecciones de videos que nos rememoran a otra época y como estas hay muchas instancias durante el trayecto de la obra.
La premisa sobre el recuerdo está presente durante todo el recorrido del espectáculo, dispuesta en forma inteligente entre lo personal y colectivo, lo que hace que sea una pieza encantadora y recomendable para el espectador, que muchas veces al ver una obra de danza contemporánea, termina con el interrogante de qué es lo que está viendo.