Hasta el 27 de agosto se presentó en el Centro GAM la obra de danza contemporánea “Circadiano”. Pieza que llegó a Santiago desde la Región de Los Ríos, y específicamente de Valdivia.
El nombre del montaje hace alusión a los cambios físicos, mentales y conductuales que responden, principalmente a la presencia de la luz o ausencia de esta y que afectan a los seres vivos como: humanos, animales, plantas y otros organismos. Comentario aparte, investigación que hizo que en el 2017, Jeffrey C. Hall, Michael Rosbash y Michael W. Young, recibieran el Premio Nobel por esta indagación de los ritmos circadianos.
Asistimos a la función de este sábado 20 de agosto es decir, a la tercera presentación de la semana de estreno. Como primera premisa, no es un espectáculo de danza contemporánea como tal, ya que está presente muy por debajo de las otras expresiones representadas en escena, sino más bien una pieza de arte escénico, de proyección, iluminación o intervención.
La danza contemporánea nace como respuesta a una búsqueda de nuevos movimientos corporales del siglo XX y XXI, que nos den la libertad de expresar ideas, pensamientos o nuevas formas de representar un sentimiento fuera de los patrones clásicos de la danza académica o moderna, pero propias del campo de un bailarín, que en esta obra específica no se ven visualizadas y como cuerpos son soló instrumentos de la acción escénica.
Sin embargo, coexisten varias disciplinas que, como dice uno de los autores Valentina Kappes en el comunicado de prensa: “Si bien es una obra de danza, el montaje dialoga con otras disciplinas como las artes gráficas, la iluminación y reflexiones filosóficas respecto a la importancia de los microorganismos en nuestras relaciones afectivas y el futuro”. A la luz de esto, la danza no se aprecia y el último punto no se ve o simplemente no se entiende.
Circadiano comienza con una proyección en el piso y una luz diagonal que se proyecta en este como al telón de fondo que bien nos puede ubicar en el cosmos, donde ingresa uno de los intérpretes (Ignacio Díaz) con dos luces, una blanca y otra azul y comienza a girar con diferentes velocidades, que dan una bella e interesante imagen como primer cuadro o escena. Si bien la obra está compuesta por varios momentos que se inician en la oscuridad absoluta y dan paso a escenas con diferentes intensidades de luz, como de velocidad en los cuadros, estos en un resumen total no llegan a entregar una idea clara, ya que existen demasiados hitos que pretende cumplir, pero si son interesantes de apreciar.
El vestuario de Susana Soto, es asertivo, sugerente y cumple con la premisa de enfocarse en lo que ocurre en la escena y no robarse protagonismo en una obra donde existen sutilezas.
Los protagonistas de Circadiano, se ven comprometidos con la pieza y si bien son los mismos autores de la obra, donde existen reparos, encontrarse con ellos es un verdadero regalo.
El paisaje sonoro de Pueblo Obsoleto y Bárbara Guerrero, si bien nos introduce en la temática de la obra, en una pieza de casi una hora se torna plano.
En resumen: Cometí el error de leer el comunicado de prensa, ya que me presenté con el supuesto o antecedente que se llamaba Circadiano, pero simplemente mientras más la buscaba, más extraña se hacía la función, sin embargo, fue interesante de asistir: 1- por el gran trabajo de investigación y puesta en escena que se aprecia y de hecho es real. Al finalizar la función avisaban de unos afiches que se encontraban afuera de la sala con un código QR, donde se gradúa todo el trabajo de exploración de la obra; 2- es honesta en su entrega, pero ambiciosa 3- es un trabajo regional y Santiago no es Chile, y tenemos que saber qué pasa fuera de nuestros límites y más con nuestros artistas. Y finalizando mi comentario, esta pieza sí contiene su valor artístico, independiente a mis reparos.