Con resultados de jerarquía, encabezados por la maestra Edith Fischer -la decana del piano de Chile-, se desarrolló la última jornada del ciclo de música de cámara, organizado por la Corporación Cultural de Las Condes en su sede del Instituto Cultural de dicha comuna.
Si bien la oferta musical en Santiago es abundante y diversa, asimismo, considerando una cantidad no menor de excelentes presentaciones en distintos espacios, es destacable que una artista del calibre de Edith Fischer, de reconocida carrera internacional, en esta oportunidad se la pudiera ver en una faceta más íntima junto a otros músicos en un contexto de música de cámara.
Con la presencia de la destacada violinista Oriana Silva (concertino de la prestigiosa Orquesta Usach) -en esta oportunidad fungiendo como avezada violista-, junto a la destacada soprano Marcela González, ofrecieron un variopinto programa que mostró alta versatilidad individual y de conjunto, dando cuenta de un genuino espíritu compartido propio de la música camarística, plasmado en celebrada sinergia artística.
Excelente inicio con las Dos Canciones (Gesänge), Op.91 para voz, viola y piano de Johannes Brahms, con textos de Friedrich Rückert y Lope de Vega (con traducción de Emanuel Geibel). Sin duda, una pieza muy bienvenida ante su escasez de programación, especialmente ante una entrega con absoluto sentido de ensemble.
Seguidamente, una deslumbrante versión de las Escenas Infantiles (Kindersenen) Op 15, de Robert Schumann, obra de completo dominio de la maestra Fischer. Con musicalidad a borbotones, la decana del piano nacional develó, con incuestionable idiomatismo, el pathos interno, caracterizando certeramente la ingenuidad propia de los niños. Excelentes texturas y hermosura de sonido, amén de magníficos acentos y fraseos, auscultando, sin tropiezos, las poéticas (y psicológicas) relaciones internas.
Luego, del mismo Schumann, el lied Widmung, estupendamente a cargo de Marcela González junto a la maestra Fischer. Esta pieza, primera canción del ciclo Myrthen (Mirtos), Op. 25, con textos de varios autores, correspondiendo a Friedrich Rückert el de Widmung, con una sentida temática que exalta el amor conyugal (el ciclo dedicado a su entonces prometida Clara Wieck, en víspera de su boda). Grandes logros globales, con un celebrado sentido del “decir” por parte de Marcela González, servido de una homogénea línea de canto, hermosura de timbre y certeros acentos. Y magnífico complemento de la maestra Fischer.
Con celebrado criterio contrastante, y luego de una primera parte dedicada a compositores germanos, la segunda estuvo confiada a repertorio francés con énfasis Impresionista, comenzando con una autorizada versión del Pierrot, de Claude Debussy. Pieza de certera psicología, refleja la libertad de espíritu del personaje, este último como buen exponente de la “Commedia dell’arte italiana”, repensada en la Francia del siglo XIX. Nuevamente a cargo de Marcela González y la maestra Fischer, ofrecieron una entrega de completo idiomatismo.
Posteriormente, a cargo de la decana pianista, dos Preludios de Debussy: “La Puerta del Vino” y “Fuegos Artificiales”. Reconocidas son las interpretaciones de la maestra Fischer del repertorio impresionista, sin duda, de sus “caballitos de batalla”… Con magistral manejo del color, notable uso del pedal y prístinas transparencias, la interpretación brilló en evocantes atmósferas, con la esperable esfumada y suspendida sonoridad propia de la estética impresionista debussyniana.
Y como broche de oro, toda una curiosidad programática con los Cuatro Poemas. Op. 5 de Charles-Martin Loeffler (1861-1935), compositor de origen francés avecindado en Estados Unidos. Con un orgánico de voz (optativamente para soprano, mezzo, tenor o barítono), viola y piano, amén de formidables textos de Charles Baudelarie y Paul Verlaine, disponen de una atractiva variedad temática (y anímica), requiriendo de sólidos intérpretes para reflejar el espíritu subyacente. Deslumbrante versión en todo orden, destacándose la sólida presencia de Oriana Silva, justipreciando el protagonismo de la viola como soporte instrumental, asimismo una deslumbrante entrega de Marcela González, con vocalidad perfecta (aterciopelado timbre, completa comprensión de los textos y fabuloso dominio del idioma) más una maestra Fischer del todo autorizada como pianista líder del ensemble.
En suma, una presentación de altísimo nivel que amerita la reedición del ciclo de música de cámara liderado por la decana pianista Edith Fischer como autorizada maestra.