Una conjunción de hitos confluyeron en la presentación del concierto del Instituto de Música de la Pontificia Universidad Católica de Chile (IMUC) en el Día del Sagrado Corazón, la solemnidad más importante de dicha casa de estudios, celebrando en esta oportunidad sus 135 años de historia.
Dentro de la variada temporada del IMUC, normalmente contempla -en las presentaciones orquestales- a la Orquesta de Cámara UC como base, reforzada por profesores y estudiantes según los programas. Lo mismo en el caso de los coros, dándose una interesante instancia interactiva entre maestros y alumnos.
Fue el caso de esta presentación en el Salón Fresno, dirigida por el prestigioso maestro chileno Maximiano Valdés, dándole debido realce al contemplar la interpretación de la Misa Romana compuesta por su madre, Sylvia Soublette, quien estuvo estrechamente ligada en los inicios del IMUC.
Coincidiendo con los 100 años de vida de esta importante figura de la vida musical chilena y latinoamericana, Sylvia Soublette no sólo fue compositora, cantante e instrumentista, desempeñándose también en la formación de conjuntos, la dirección de coros y la enseñanza. Personalidad inquieta, alcanzó niveles formativos de excelencia, como su aprendizaje en el Conservatorio Superior de Música de París en las cátedras de Darius Mihaud, y luego con Oliver Messiaen.
Conforme su mayoritaria dedicación a la música del pre y post Barroco -inicialmente con el Conjunto de Música Antigua UC y luego con otras instituciones-, su Misa Romana compendia naturalmente una estética influida por los cánones de la música modal antigua en adelante. Admirable el tratamiento de las texturas vocales, aunque algunas falencias de orquestación que ameritarían ser retocadas. Y la armonía refleja una celebrada permeabilidad de lo arcaico con una moderna sensibilidad de varias influencias de compositores como Hindemith, Honneger e incluso algo de Frank Martin, entre muchos, adquiriendo indudable vigencia...
La versión ofrecida contempló un orgánico orquestal y coral reducido, y fiel al de su estreno en el año 2012. Al respecto, cabe referirse a lo ofrecido en otra oportunidad, con un mayor contingente de cuerdas y coreutas, también dirigido por Maximiano Valdés (junto a la Sinfónica Nacional Juvenil), ganando más en presencia y atractivo. No obstante ello, el trabajo de Valdés ahora junto a la orquesta y coro de la UC, muy autorizado en carácter y uniformidad de resultados. Magnífica calidad de ensamble, balances y matices. Y formidables cometidos de los solistas Florencia Novoa (soprano), Javiera Barrios (mezzo) y Gonzalo Quinchahual (tenor).
Y con celebrado criterio complementario, una extraordinaria versión de la siempre bienvenida Séptima Sinfonía de L.V. Beethoven, que no amerita mayor presentación… Autorizada lectura de Maximiano Valdés, dando cuenta de su solvencia formativa y trayectoria. Con excelente adopción de tempi más una celebrada visión del todo, se brindó completo carácter a lo largo de los cuatro movimientos, amén de una galería de logros en balances, acentos, dinámicas y progresiones expresivas. Atenta respuesta de la treintena de integrantes del ensemble universitario.
En suma, una presentación que dio cuenta de una feliz coincidencia de emblemáticos hitos, y con alta jerarquía de resultados…