Danza
07 de Noviembre, 2024

Gea: una obra para niños muy bien lograda

Por César Sepúlveda V.

Del 02 al 10 de noviembre, los sábados y domingos a las 12:00 horas, se está presentando en el Centro Cultural GAM, la obra de danza inmersiva e infantil “GEA”, de la pedagoga en danza e investigadora Loreto Caviedes Jeria, pieza que se inspira en nuestra rica geografía y biodiversidad. 

La obra pretende mostrar el amor, respeto y empatía por nuestra fauna de la mano de cuatro protagonistas como son: la rana de Darwin, anfibio endémico de los bosques templados de Chile, el gato andino, también conocido por titi o lince y que es una especie amenazada en nuestro continente americano, la lagartija esbelta o tenue, distribuida a lo largo de nuestro país y el pez tipi tipi o tipi tipi mata, pez del indo-pacífico y habitual de las costas de Isla de Pascua. 

Tengo que comentar que fue la primera vez que voy a ver una obra de danza específicamente para chicos de 4 a 7 años, ya había tenido la oportunidad de asistir a obras de teatro para los más pequeños, que son más usuales dentro de la escasa programación para este rango etario, pero puedo afirmar que fue una bella experiencia y sorpresa. 

Al llegar a GAM, me encuentro que soy el único adulto que no se encuentra con un niño de acompañante o mejor dicho el único adulto no acompañando a un niño, aparte de dos señoras extranjeras que por lo que vi en sus caras y mientras hacíamos la fila para ingresar a la sala, se dieron cuenta de que se equivocaron de panorama, ya que se reían, como cuando uno se percata de que está en el lugar equivocado, pero muy estoicas se mantuvieron firmes en la fila y en todo el proceso de asistir a la obra. Yo por mi parte, me mantuve cerca de ellas para sentirme más cómodo, por el hecho de que me encontraba solo. 

Antes de entrar a la sala parte de los organizadores o grupo que componen la obra, nos reunieron para mostrarnos un libro donde nos presentaron a cada animalito o protagonista de la obra y ¡Guau!, los chicos que eran más de veinte gritaban y respondían sobre ellos, los conocían, sabían donde habitan y como eran. Yo sorprendido solo miraba atónito el bello regalo que me entregaban con su curiosidad e interés en participar. 

Al ingresar a la sala nos tuvimos que sentar sobre unos cojines de colores que se distribuyen en el suelo. Una vez todos sentados y expectantes se inició la obra. 

La pieza está compuesta por danza, música en vivo, sonidos de la naturaleza, video mapping y los sonidos que nosotros el público desarrollamos con un objeto que asemejaba un insecto como la chinita o mariquita. Por mi parte, no quería utilizarlo por vergüenza, pero como vi a las dos señoras fascinadas jugando a que sonara, yo también comencé a jugar como si fuera parte de los pequeñitos.

La obra no dura más de 50 minutos, pero la verdad no me di cuenta cuando termino, si bien mi función era ver el trabajo coreográfico, diseño de piso, uso del espacio, niveles, atmosferas, diseño de luces, la propuesta de la pieza, solo puedo decir que todo fluye gratamente, sin preguntas sin responder o divergencias en la promesa. Ahora bien, si busca tecnicismos como balances y grand jete, propios de la danza clásica, bueno no los encontrará o piruetas fuera de eje o contorsiones de ballet contemporáneo tampoco, solo verá una invitación muy honesta y pensada al público que convoca.

La obra está interpretada por las bailarinas Peggy Kuruz, Kamille Gutiérrez y Rocío Argandoña, que se entregan completamente a la faena, atentas a la reacción de los peques y que con sus movimientos van entregándonos luces de cada animalito que se presenta. 

La composición musical de Tito Cerda que es en vivo, él se ve relajado y comprometido, el video mapping de Valeria Ortiz de La Tabla, es muy asertiva, el vestuario de Francisca De La Fuente es adecuada, ya que nos dan luces de cada personaje que actúa, sin entrar en caracterizaciones, puesto que son las bailarinas que con sus movimientos nos dan claridad de ello. 

La iluminación de Susana Belmar es correcta y hasta me sorprendió, por el hecho de que en un momento es muy tenue, casi llegando a la oscuridad, pero los pequeños están tan contenidos que nos les provocó susto o quiebre. 

Al finalizar la obra con los peces tipi tipi, se les entrega a cada uno de los asistentes unos tubos hechos de género que forman la figura de un pez, donde los chicos pueden jugar, cubrir todo el espacio escénico y divertirse en ser peces, convertirse en un cardumen que recorre el escenario, lo increíble es que hasta los adultos participan de ello, y yo, en mi rol de analizar la pieza me quede sentado con las ganas de jugar. 

En definitiva, es muy grato presenciar una obra donde no se recurre al simplismo, por ser una obra para niños, sino una pieza inteligente, escueta y clara en su propósito. Por mi parte solo felicitaciones y esperar que los creadores de la danza no se olviden de este público, ya que tal vez ello (los niños), serán los bailarines del mañana o los padres que en un futuro llevarán a sus retoños a ver danza.