La segunda presentación con público presencial en pandemia de la Sinfónica Nacional Juvenil, confirmó encontrarse en un “estelar” momento.
Lo anterior ha sido fruto de un sistemático trabajo por décadas a partir del comprometido impulso desplegado por el recordado maestro Fernando Rosas, quien concibió un proyecto educativo a través de la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles (Foji), siendo la agrupación estrella la Sinfónica Nacional Juvenil, conjunto que agrupa a una selección de los más talentosos jóvenes músicos del país. Y al ser una agrupación de perfil formativo, su nivel varía de acuerdo a los talentos coyunturales, no obstante exhibir en el tiempo un rendimiento promedio muy satisfactorio.
Relevante ha sido disponer de un maestro titular con las credenciales de Maximiano Valdés, relevante director nacional de trayectoria internacional, quien ha logrado imprimirle una magnífica impronta sonora y gran sentido de ensemble, traducido en presentaciones con importantes entregas interpretativas. Y por cierto, del todo encomiable la labor sistemática por muchos años de los instructores.
Después de una formidable presentación inaugural en octubre -en aquella oportunidad con una acotada cantidad de músicos-, ahora dispuso de un amplio orgánico conforme las obras, como la Obertura de la ópera “Los Maestros Cantores de Nüremberg”, de R. Wagner, y la Octava Sinfonía de A. Dvorak. La función correspondió a la realizada en el multifuncional espacio del Centro Cultural “Chimkowe” de Peñalolén, de gratas características acústicas.
Con una solidísima versión de la obertura wagneriana, el maestro Valdés dio cuenta de un exhaustivo trabajo en texturas, balances, transparencias y ajuste grupal, amén de un enfoque privilegiado en lo íntimo que en lo estentóreo. Espléndida respuesta de las cuerdas, con aterciopelada sonoridad, más un notable ensamble de las maderas y calibrada proyección de los bronces.
Finalmente, una deslumbrante versión en todo orden de la Octava de Dvorak. Con buena frecuencia local, esta obra es de las más cautivantes sinfonías del compositor checo y quizás la de mayor inspiración vernácula. De brillantez global y expuestos pasajes solísticos en las maderas (gran protagonismo de la primera flauta), la versión ofrecida reflejó excelencia a borbotones. Con una certera visión del todo, Valdés delinea una lectura de irreprochable claridad de voces, inteligentes acentos, cálidas texturas y empáticos tempi. La respuesta de los “muchachos”, a un nivel internacionalmente competitivo. Notable respuesta de las maderas en ensamble y calidad tímbrica, destacándose especialmente la flauta solista (Vicente Morales), exudando virtuosismo técnico y consumada musicalidad.
En suma, una deslumbrante presentación de la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil junto a su magnífico maestro titular, esperándose contar con su presencia prontamente en más presentaciones, y a la vez con una extensión de su colaboración por varios años más en tal calidad.