De manera inesperada, sin mediar oficialmente causas claras y luego de cuatro años como titular de la Filarmónica de Santiago, el director italiano Roberto Rizzi-Brignoli renunció a dicha posición.
Cabe señalar que Rizzi-Brignoli disponía de una extensión de su contrato hasta el 2025, contemplando actuaciones en la próxima temporada. Ahora bien, su prórroga contractual se explica ante la inactividad inicial de su titularidad durante los dos primeros años pandemiales, que imposibilitaron trabajar con la orquesta, y pudiendo recién encontrarse con la misma a inicios del 2022. A la vez, conforme sus buenos resultados iniciales, especialmente en el campo de la ópera, no era prudente finalizar su contrato, dando cuenta de buen criterio por parte de la Corporación Cultural de Santiago, como autoridad contratante.
Profusamente se ha dado cobertura respecto la forma que Rizzi-Brignoli oficializó su renuncia, siendo incluso portada en el decano diario El Mercurio, en el entendido de la relevancia que reviste ser titular de una orquesta de la envergadura de la Filarmónica de Santiago, por su reconocida calidad y soporte musical de las temporadas de ópera, ballet y conciertos del Teatro Municipal de Santiago, uno de los coliseos artísticos más importantes en Latinoamérica.
Considerando la trayectoria de Rizzi-Brignoli, las expectativas para desarrollar artísticamente a la Filarmónica, y subsecuentemente su promoción en el panorama internacional, eran proporcionales a sus pergaminos. Incluso, dada las dificultades de recuperación post pandemia del posicionamiento histórico del Teatro del Municipal de Santiago, la figura de Rizzi-Brignoli podía ser interesante para el incremento del nivel de la Filarmónica.
No obstante lo anterior, en el tiempo se evidenciaron resultados erráticos especialmente en el campo de conciertos, amén de un diseño de programación excesivamente acotado, no saliéndose sus programas dentro del rango del romanticismo. Nunca se le vio mayor versatilidad estilística ni menos un compromiso real con la música de compositores chilenos, a diferencia de la mayoría de sus predecesores titulares filarmónicos, amén de desniveles de resultados. Empero, se destacan sus buenos resultados en las óperas, sin duda sus fortalezas (excelentes direcciones de La Bohéme, Carmen, La Traviata y últimamente Tosca).
La Filarmónica de Santiago tradicionalmente ha sido una orquesta versátil, y la mayoría de sus titulares han tenido un perfil de excelentes directores de conciertos (con amplio repertorio) y ópera, aunque no tanto en el campo del ballet. Incluso, jamás ha estado ajena a la difusión de la música de compositores nacionales, siendo condición sine qua non un amplio dominio y compromiso por ese derrotero.
En suma, la partida de Roberto Rizzi-Brignoli no dejó huellas de un compromiso por insertarse con fuerza en el medio musical del país, y escaso aporte al desarrollo artístico de la Filarmónica de Santiago, siendo menester disponer de un nuevo titular con un perfil de liderazgo que contemple imaginativos repertorios, asimismo debidamente comprometido con la música nacional.