Música
20 de Marzo, 2023

Sólido inicio filarmónico…

Por Jaime Torres Gómez

Enmarcada dentro de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, la inauguración de la temporada de abono de la Filarmónica de Santiago estuvo confiada a la directora chilena Alejandra Urrutia, titular de la Orquesta de Cámara del Teatro Municipal de Santiago.

Es menester destacar la gravitación de la temporada filarmónica, tanto como la de ópera y ballet del Municipal, al tratarse de la orquesta residente del decano coliseo artístico nacional, más su reconocido nivel histórico. Y particularmente para los tiempos que corren, teniendo en cuenta una buena recuperación de la producción artística en pandemia, se encomia, en lo macro, el criterio programático para este año, dando cuenta de un importante salto hacia un repertorio algo postergado. A la vez, se celebra el nuevo horario para las presentaciones de los días viernes sábados -18:00 y 17:00 hrs, respectivamente-, como una forma de adecuación a las actuales rutinas del público.

Sin perjuicio de lo anterior, se lamenta la reducción del abono filarmónico a sólo ocho programas, considerando el promedio histórico de diez. Y teniendo de referencia la presencia de orquestas invitadas (como la Sinfónica Nacional, algunos años complementando dicho abono), es de máxima pertinencia incorporar a las mejores orquestas locales para fortalecer la temporada de conciertos del decano coliseo, ayudando así al regreso de los diez programas…

Sobre el programa inaugural, del todo laudatoria su concepción con obras sigloveinteras de culto largamente ausentes en la Filarmónica, más un estreno en Chile de una pieza de una compositora viviente, dándose completa redondez al hito. Y paralelamente, una nueva ocasión para apreciar los sólidos avances de Alejandra Urrutia.

De Gabriela Lena Frank (1972) se ofreció “APU: A Tone Poem for Orchestra” -así oficialmente anunciada…-, cuya traducción literal al castellano sería “APU: Poema Tonal para Orquesta”. Esta compositora norteamericana, de multivariado origen (de padre judío-lituano y madre china-peruana), ocupa un destacado lugar en la escena composicional actual, llegando a ser compositora residente de la prestigiosa Orquesta de Filadelfia. Su música, impregnada de raíces vernáculas con acentos latinoamericanistas, posee una directa asimilación multicultural estilizada dentro de los cánones propios de la música occidental.

APU, comisionado por el Carnegie Hall para la Orquesta Juvenil Nacional de los Estados Unidos, está inspirado en los “apus”, que son espíritus protectores de la órbita andina, y naturalmente permeado de música nativa latinoamericana en lo rítmico y melódico, apreciándose también directas influencias de compositores norteamericanos como Aaron CoplandSamuel Barber y Leonard Bernstein. Interesante su organicidad estética a través de una frondosa batería de recursos como el uso de las síncopas, pizzicatos y en general un atractivo dominio del color y del timbre, aunque, en momentos, con un discurso interno algo difuso. Comprometida entrega de la maestra Urrutia y los filarmónicos.   

Luego de casi 20 años, regresa a la Filarmónica las Variaciones Concertantes de Alberto Ginastera, obra fundamental del gran compositor argentino. Referirse a Ginastera no requiere de mayor presentación, y sólo referir que la pieza ofrecida la compuso en 1953 ante un difícil período político en su país. Inscrita dentro del denominado “nacionalismo subjetivo” (segundo período estilístico), el material folclórico inspirante discurre dentro de una admirable estilización que lo entroniza hacia una completa universalidad. Y como buena parte de la música ginasteriana, la armonía dominante es la derivada de las cuerdas abiertas de la guitarra. Pieza demandante para varios instrumentos solistas, el entrañable solo de la viola (tercera variación -Variazione drammatica-) se erige como uno de los más importantes para dicho instrumento dentro del repertorio de la música de tradición escrita.     

La versión de la maestra Urrutia llegó con entera asimilación global, brindando en plenitud la idiomática atmósfera esperable, de respetuosa contemplatividad ante el halo idealizado (subjetivo) de lo vernáculo por el compositor. Muy bien administradas las transiciones y soberbio manejo del tempo interno. Excelente respuesta de conjunto, aunque desparejos los cometidos solísticos. Rimbombante y fuera de estilo el solo inicial del cello al inicio, aunque mejorado en su segunda intervención, como  excelente el violín en su pasaje de bravura, lo mismo el contrabajo solista, aunque poca precisión rítmica más una mortecina proyección del arpa, y derechamente frustrante el esperado solo de la viola, acusando desafinaciones y completa falta de carácter ante el desgarrador requerimiento del pasaje, al tratarse de una elegía…     

Como colofón, y con acertado criterio musical, se ofreció una idiomática versión del Concierto para Orquesta de Béla Bartók, sin duda una de las piezas fundamentales de todo el repertorio de la música universal. Largamente ausente en la Filarmónica, se recibe con total beneplácito, máxime al darse buen rendimiento general, producto del autorizado trabajo de la maestra invitada. Obra cautivante y de inmisericorde exigencia global, requiere alta concentración ante el tratamiento concertante de los instrumentos (o grupos de ellos) y siendo verdaderos solistas al contrastarse ampliamente con el grupo orquestal.

Logros innegables en una sugerente exposición inicial (obteniéndose el enigmático carácter requerido), buena  marcación del segundo movimiento (fabuloso ensamble general, en especial el pasaje de los fagotes), desgarrador carácter en el tercero, lograda amabilidad en el cuarto y jubiloso discurso en el último movimiento, no obstante cierta desconcentración en parte de la fuga final, en sí de bestial exigencia. Magnífico trabajo global en texturas, balances y timbres.

En suma, un sólido arranque de la temporada de abono de la Filarmónica, dejando buen referente para el desarrollo de la misma, más un nuevo triunfo artístico de Alejandra Urrutia