Cine
29 de Junio, 2023

Una modernidad proyectada…

Por Jaime Torres Gómez

Sin tropiezos ha continuado la temporada de la Sinfónica Nacional en estos tiempos (¿post?) pandémicos… como de fuertes dificultades económicas más expectantes definiciones del orden político-institucional…, volviéndose, con celebrado empuje, a una normalidad de actividades.

Retomando el histórico perfil programático, la actual temporada ha discurrido por un buen (y realista) equilibrio de obras nuevas con repertorio tradicional, lográndose una respuesta creciente de público.

De gran impacto constituyó el programa “Sonidos de la modernidad”, con piezas del Impresionismo musical más el estreno en Chile del Fachwerk, para Acordeón (Bayán), cuerdas y percusión, de la notable compositora rusa Sofía Gubaidulina (1927).

El aporte del Impresionismo como género es fundamental y definitivo en la historia del arte, y puntualmente en el campo musical, junto al Romanticismo (cronológicamente coincidentes hacia la segunda mitad de este último), son claves posteriormente a partir de la música del siglo 20, con extraordinarias exploraciones rítmicas, colorísticas y timbrísticas.

Del programa mismo, pertinente haber flanqueado el Fachwerk gubaidulino con obras significativas del impresionismo como las Gymnopédies N°1, 2 y 3, de Erik Satié, junto a la Suite N° 2 de “Dafnis y Cloé”, de Maurice Ravel, dándose debida coherencia de compaginación, contextualizándose inteligentemente la “modernidad sonora” de marras…

Dirigido por el titular sinfónicoRodolfo Saglimbeni, con entera autoridad estuvo en el abordaje de las piezas impresionistas: al inicio con las Gymnopédies N°1 y 2 satiésianas (originales para piano, y luego orquestadas, como alteradas numéricamente, por Claude Debussy), como al inicio de la segunda parte, con el estreno de la Gymnopédie N°3, en una excelente orquestación del mismo Saglimbeni. Y deslumbrante en el “Dafne y Cloé” raveliano (final del programa), con absoluto dominio de la riqueza armónica y colorística impresionista en su conjunto, esperándose verle más en este repertorio.

Como obra central -entre las Gymnopédies 1-2 y antes de la 3-, una gran experiencia con el Fachwerk, obra escrita en 2009 y que sintetiza la estética musical de la genial Sofía Gubadulina, sin duda, una leyenda viviente…

Muy involucrada en la búsqueda de nuevas sonoridades (con visos cósmicos) plasmadas en eclécticos recursos composicionales, Fachwerk (traducido del alemán como “entramado”) no es un concierto convencional con la estructura concertante solista-orquesta, discurriéndose hacia una suerte de centro de gravedad del “bayán” (derivación rusa del acordeón y tradicional en la cultura tártara, con amplio rango en timbres y colores), que actúa como generador de sonoridades, atrayendo alta correlación de respuestas (resonancias) del orgánico de cuerdas y percusión. Y de su “trama interna”, no hay mayor exégesis, dejando al oyente una libre (y suspendida) interpretación de relato…   

Deslumbrante entrega del acordeonista vasco Iñaki Alberdi, quien comprendió a cabalidad las complejidades discursivas y técnicas de la obra, recreando con maestría las misteriosas atmósferas insertas y con admirable técnica de ejecución. Inolvidable la desgarradora entrega de la cadenza final, sin duda de los hitos más impactantes en décadas… Por su parte, notable Gerardo Salazar en el gimnástico cometido confiado a la percusión, más una certera comprensión del maestro Saglimbeni en proveer un fusionado marco sonoro del amplio contingente de cuerdas dispuesto.

En suma, una presentación de importante valor agregado, que justipreció el valor de modernas sonoridades con insospechadas proyecciones…, y con entregas de altísimas jerarquías.